fe de erratas (estudio anterior la referencia biblica es el libro de reyes y no de crónicas)
1ª de Reyes 8: 30-32
8:30 Oye,
pues, la oración de tu siervo, y de
tu pueblo Israel; cuando oren
en este lugar, también tú lo oirás en el lugar de tu morada, en los cielos;
escucha y perdona.
8:31 Si alguno pecare contra su prójimo, y le tomaren juramento haciéndole jurar, y viniere el juramento delante de tu altar en esta casa;
8:32 tú oirás desde el cielo y actuarás, y juzgarás a tus siervos, condenando al impío y haciendo recaer su proceder sobre su cabeza, y justificando al justo para darle conforme a su justicia.
Cuando
oramos a Dios con el corazón, es porque estamos dispuestos a la acción que
viene después de orar, a semejanza de lo afirmado por Isaac Newton, acerca de
su tercera ley, podemos darnos cuenta por experiencia que, a toda oración
corresponde una acción en el mismo sentido de la oración. Una vez que nos
levantamos de la oración, Dios hará algo, pero nosotros también.
Hay pecados concientes y deliberados y hay pecados que no se hacen en
estado conciente (de los que a veces
no tomamos nota). Inclusive podríamos estar haciendo cosas que creemos
que son buenas pero no lo son. Debemos orar por el perdón de estos pecados
aunque a veces no sepamos cuáles fueron.
Cuánto mas, debemos orar por el perdón de aquellas cosas que hemos hecho y
sabemos que no son buenas.
Este pasaje de 1ª. Reyes. 8:30-51, es la oración de Salomón (rey de
Israel), con motivo de la dedicación del templo que Dios le permitió construir.
Es una ocasión solemne que sirve para recordar las misericordias de Dios y para
hacer conciencia de la necesidad de la comunión con Él y para andar en sus
caminos. Para que el pueblo de Dios (que aun puede pecar), sepa que no debe
pecar, pero si lo hace, hay perdón de Dios si se solicita con el corazón. Y
solo lo solicitará con el corazón quien haya creído en Él.
El texto de hoy trae un pedido del
rey Salomón, en el día de la inauguración del Templo que él había construido
para honra de Dios. En esa ocasión, se acuerda de pedir por las necesidades del
pueblo; el perdón parece ser la mayor de ellas. El ser humano es atacado, a
diario, por su conciencia; carga el lastre de la culpa.
Para recibir el perdón de Dios, solo necesitas pedir, buscar, querer. Si hoy, al iniciar un nuevo día, levantas la voz y clamas a Dios por perdón, el perdón será derramado sobre ti. Es verdad, es real, es bueno.
Por eso, si hoy sientes el peso de la culpa sobre ti, haz como Salomón, y levanta tu voz a Dios, en ruego:
"Oye, pues, la oración de tu siervo, y de tu
pueblo Israel; cuando oren en este lugar, también tú lo oirás en el lugar de tu
morada, en los cielos; escucha y perdona".
Amen.
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