2ª de Samuel 23: 4-7
23:4 Será
como la luz de la mañana,
Como el resplandor del sol en una mañana sin nubes,
Como la lluvia que hace brotar la hierba de la tierra.
Como el resplandor del sol en una mañana sin nubes,
Como la lluvia que hace brotar la hierba de la tierra.
23:5 No es así mi casa para con Dios;
Sin embargo, él ha hecho conmigo pacto perpetuo,
Ordenado en todas las cosas, y será guardado,
Aunque todavía no haga él florecer
Toda mi salvación y mi deseo.
23:6 Mas los impíos serán todos ellos como espinos arrancados,
Los cuales nadie toma con la mano;
El verso
con el cual comienza la meditación del día de hoy es una frase que también
encontramos en uno de los Proverbios escritos por Salomón, específicamente el
4:18 que dice:
“Mas la senda de los justos es como la
luz de la aurora, que va aumentando en resplandor hasta que es pleno
día.”
Ser luz en
una mañana después de la noche obscura es como salir de la batalla victorioso,
es como tener plena confianza al caminar en un sendero sin algo que nos indique
el camino, el significado de luz en la Biblia siempre ha estado ligado a Dios,
encontramos múltiples analogías de la luz refiriéndose a Dios por ejemplo en
la 1ª carta de Juan verso 5 es claro al
decir quien es la Luz de este mundo y de nuestras vidas;
“Este es el mensaje que
hemos oído de él, y os anunciamos: Dios
es luz, y no hay ningunas tinieblas en él.”
En
Génesis 1,3 la Biblia nos presenta la primera criatura de Dios: la luz, la cual
constantemente se utiliza en la Escritura para indicar la vida, el gozo, la
verdad, la salvación. El Salmo 104 llega incluso a decir que la luz es el
vestido de Dios: “Señor, Dios mío, qué grande eres, Vestido de majestad y de esplendor, envuelto
en un manto de luz. Otro salmista oraba
así: El Señor es mi luz y mi salvación, a quién temeré, (Salmo 27,1). Para la
Biblia la salvación y los caminos de Dios se identifican con la luz. Si decimos
que estamos en comunión con él y andamos en oscuridad, mentimos (1 Juan 1,6).
Jesús se presenta diciendo: Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no camina
en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida (Juan 8,12). La maldad, el pecado y la
injusticia son tinieblas. El profeta Isaías recordaba a su pueblo: Ay de los
llaman bien al mal y mal al bien, que toman la oscuridad por luz y la luz por
oscuridad (Isaías 5,20). Vivamos cada día en la luz. Es decir, en comunión con
el Dios de la luz, buscando en todo su voluntad.
Hoy
es un día que podemos vivir en luz, aunque parezca que todavía no amanece
porque tenemos muchos problemas, aunque parezca que la obscuridad es tanta que
no podrá salir la luz del día, Con todo yo me gozare en Jehová y me alegrare en
el Dios de mi Salvación. Amen.
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